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martes, 22 de septiembre de 2015

La palabra como gesto mágico

por Klaus Poppe*



Trascendente a todo tiempo, a toda manifestación cultural, el humano, por su naturaleza, relata. Movido por la sed de explicaciones o por divertimento, en toda población humana los cuentos de fantasía enriquecen la tradición oral; juegos de imaginería  acompañados del sonido de las piedras o de una vara incandescente arrancada de la hoguera que no solo fortalecía las historias de misterio, sino que también proporcionaba veracidad a quien narraba. Ese hombre que sacude un atado de ramas de un lado al otro acompañaba su relato con una suerte de artefacto mágico primigenio: he ahí las raíces de la tradición chamánica de la magia.

El chamán no solo es un excelente narrador; también conoce los secretos que rigen la naturaleza. Sin ser descubierto, arroja tizón molido al fuego para animarlo ante los ojos atónitos de quienes escuchan: Exento de charlatanería, él cree que ese acto es verdadera magia, e infunde su creencia por medio de la palabra. Por primera vez presenciaríamos un relato acompañado de decepción,  deceptio, deceptionis:“engaño”, la palabra comprende su consecuencia y su fin por sí misma.

Un gran salto temporal. Los juglares teatralizaban sus actos con el fin de desligarse cuanto sea posible de la “magia real”, respuesta natural ante la  negativa de la época a toda manifestación relacionada a la hechicería o la brujería. Cualquier tentativa traía consecuencias mortales: “A la hechicería no dejarás que viva” (Éxodo 22:18). Estos magos y feriantes comenzarían a popularizar algunos de los gestos mágicos que caricaturizan el arquetipo del mago: “Abracadabra”, “Hocus Pocus”, “Presto Voilà”. Estas palabras no solo son florituras verbales, ellas suponen un preámbulo al efecto mágico, acreditan al mago como conjurador y crean un significativo aumento de tensión, previo al asombro. Se volverían de dominio popular, luego que en el siglo XIX Robert Houdin llevase la magia a grandes teatros y magos como Henri Alakazam y Harry August Jansen las ocupasen frecuentemente en sus espectáculos.

Hoy en día, transmutadas estas palabras a chasquidos, soplidos y adornos digitales, la magia ha dado paso a una relación con el lenguaje, lo cual supone un ardid más en el baúl tramposo del mago contemporáneo. Miguel Aparicio, un mago de Granada, España, realizaba un juego de apilamiento de dados (rutina de prestidigitación donde el ejecutante por medio de un vaso y un gesto de muñeca consigue apilar una serie de dados en vertical) ¿Cómo convertir esta rutina de corte habilidoso en magia pura? Aparicio decide usar solo la voz como medio. Terminado su acto, el cubilete queda boca abajo en la mesa, el mago se acerca al público y dice: Con cuatro dados hay mil jugadas  posibles, salvo una que es imposible”, luego levanta el vaso y efectivamente están apilados. Sin trampa alguna, se gana los aplausos de su público.


¡Se puede hacer magia solo con la voz!



El español Juan Tamariz, considerado unánimemente como el mago más importante de nuestra época, se presentaba normalmente en televisión y en radio. La pregunta siempre se repetía: ¿Puedes hacer  magia por  radio o es imposible? Ante el reto, ya a principios de los ochenta, Tamariz desarrolló una serie de juegos que presentaría en el aclamado programa Un, dos, tres: “Tocando el infinito” y “L´homme masqué”; en ellos eliminaba el factor del llamado telefónico, abriendo la posibilidad de leer, grabar y emitir 
magia, posteriormente, en cualquier momento y a cualquier distancia. Tamariz había inventado, en sus propias palabras, la “Verbimagia”.

En el año 2010, el mago chileno Juan Esteban Varela profundiza en esta idea y desarrolla un show de magia sin elementos. “From the dark” es un espectáculo de magia en completa oscuridad. Plantea un quiebre a los paradigmas sobre la habilidad del mago y descubre una posibilidad única en la historia, hacer magia para ciegos.

“Siempre y cuando una persona tenga la capacidad de imaginar, es posible estimular su fantasía con ficción. Siempre y cuando una persona tenga la capacidad de razonar, es posible intervenir su proceso de interpretación y crear un misterio. Siempre y cuando una persona tenga la capacidad de emocionarse, es posible convertir un juego de magia en una experiencia personal. La vista, como cualquier otro sentido es solo un medio: el propósito final de la magia es la emoción y el asombro”

Juan Esteban Varela, From the dark.


No hay mejor forma de esclarecer las dudas del lector que llevando a la práctica tanta teoría apresurada. Los dejo con la voz de Varela, una pequeña maravilla de su espectáculo para no videntes:


   


*Klaus Poppe es mago profesional con 10 años de trayectoria, miembro activo de la Hermandad Mágica de Chile desde el año 2008 y dueño de la tienda mágica Mr.Twisted. Premiado en las jornadas juveniles de la escuela de don Fernando Larraín, actualmente es reconocido nacionalmente por sus pares, gracias a su acto “los aros del artesano”. Es el profesor del Taller Permanente de Magia en Taller Estudio 112.

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